Por todas partes
Las redes de intercambio de información han sido enormemente útiles para el crecimiento de la vida, y en particular para el de nuestra especie. Hasta el punto de que algunos autores lo tienen por el factor de cambio más determinante de la historia. Estas mallas de interacción (webs of interaction) han permitido a los Sapiens desarrollarse de forma espectacular, pero no lo habrían podido hacer sin beneficiarse de uno de sus efectos más notorios, presente en múltiples sistemas interconectados: el efecto red.
El efecto red es un fenómeno universal que se produce en sistemas complejos que interconectan elementos, manifestado por tanto en muy diversos ámbitos. En su esencia, este efecto se refiere a cómo el valor, la utilidad o la influencia de un elemento específico dentro de un sistema aumenta de manera no lineal a medida que más elementos se incorporan a la red de interacciones. Este efecto se observa en disciplinas como la economía, la sociología, la biología, la informática y otras, destacando la importancia de las conexiones y relaciones en la creación de valor, el intercambio de recursos, la difusión de información y la configuración de dinámicas provechosas. En última instancia, el efecto red subraya la idea de que el todo es más que la suma de sus partes, y que la comprensión de las interconexiones es esencial para abordar fenómenos complejos en una amplia variedad de contextos.
Por ejemplo en el ámbito biológico, el efecto red se manifiesta en las redes metabólicas dentro de las células, donde moléculas como enzimas y metabolitos interactúan para regular las funciones celulares. El valor de esta red aumenta de manera no lineal a medida que más moléculas se interconectan, ya que la activación o inhibición de una molécula puede tener efectos significativos en múltiples procesos metabólicos. Además, este fenómeno se refleja en otras redes como las de interacción genética y o las de proteína-proteína, impactando en el fenotipo y la función celular.
En el ámbito sociocultural, el efecto red se observa en las interacciones sociales y estructuras culturales que influyen en el comportamiento y las relaciones entre individuos y grupos. Las redes de intercambio y reciprocidad que estudia la antropología son fundamentales para la organización social y económica de muchas culturas, como sucede en las tejidas por los sistemas de intercambio de regalos. Este fenómeno también se refleja en las redes de parentesco, que afectan la estructura social y las normas culturales, así como en las redes de transmisión cultural, donde el conocimiento, las tradiciones y los valores se transmiten a través de generaciones. Las conexiones en las redes sociales facilitan el intercambio de recursos y la obtención de apoyo social. Por ejemplo, la teoría de los seis grados de separación muestra la capacidad de las conexiones sociales para acercar a personas distantes geográfica o socialmente. En el ámbito del activismo, los movimientos sociales dependen de redes interconectadas para aumentar su influencia y generar cambios sociales. La difusión de información y cultura se acelera en redes donde más personas están conectadas, propiciando la rápida propagación de mensajes y tendencias. Además, el capital social, un recurso vital, se incrementa cuando las conexiones sociales aumentan, permitiendo acceso a oportunidades y apoyo que de otro modo serían inaccesibles.
En las TIC
Con el desarrollo de las TIC y sus distintos tipos de redes de telecomunicaciones de información se impulsó la teoría o ciencia de redes, un campo académico dedicado a estudiar toda suerte de redes complejas de elementos interconectados, como los que se observan en las telecomunicaciones, las redes informáticas, las redes biológicas, las redes neuronales, las redes cognitivas y semánticas, las redes sociales… Este campo de conocimiento ha desarrollado distintas métricas, formas de representación y ha estudiado propiedades que emergen de este tipo de interacciones. Así ha podido analizar el comportamiento de sistemas complejos autoorganizados, especialmente relevantes para la economía en la teoría de juegos, el comportamiento colectivo, la formación de patrones, la teoría de sistemas, o la dinámica de sistemas no lineales. El efecto red es sin duda, uno de ellos.
Las TIC permiten abrir y trenzar nuevas redes económicas que han soportado el potente crecimiento mundial a caballo entre los siglos XX y XXI, impactando en la mejora de la productividad económica (p. ej. reducción de tiempos de producción), interconectando eficientemente oferta y demanda, facilitando difusión tecnológica y la innovación, e incluso el conocimiento en comunidades más empobrecidas. Pero si hay un efecto especialmente relevante en las TIC es precisamente el efecto red, también conocido como externalidad de red, cuya formulación más conocida ha sido probablemente la de R. Metcalfe, el padre de los protocolos Ethernet.
La ley que lleva su nombre ha permitido cuantificar el “valor” de una red de comunicaciones a partir del número de nodos interconectados (n). La versión original de Metcalfe establecía que el valor de la red (V) era proporcional al número de interconexiones posibles establecidas entre los nodos de la red que, considerando una red totalmente mallada, crecería geométrica o exponencialmente con el número de nodos:
Esta aproximación ha recibido algunas observaciones o críticas pretendiendo mejorarla, porque en la práctica la interconexión de estos nodos no se produce de manera absolutamente simétrica e igualitaria. De hecho, en la práctica, en una red social o una red telefónica, no interactuamos igual con sus distintos miembros ni mucho menos lo hacemos con todos. Otras aproximaciones han estimado el valor a través de expresiones diferentes que en cualquier caso redundan en el crecimiento no lineal, como por ejemplo:
En el caso de las redes en las que los nodos son personas, han de considerarse los límites a la capacidad humana para interactuar socialmente. Son conocidas las investigaciones de Dunbar que han especulado con la idea de que las interacciones humanas tienen un límite en el número de individuos con los que podemos relacionarnos, popularizando el conocido como número de Dunbar en torno a los 150 individuos. Para estimar su número, Dunbar efectuó una extrapolación a partir de la relación entre el tamaño del neocórtex y el tamaño del grupo social de poblaciones de primates. Algunos estudios más recientes han puesto en cuestión este el límite, probando que la extensión de las redes sociales que puede sostener el cerebro humano es mayor: sería válido considerar números por encima de los 300 e incluso 500 contactos, lo que lleva a la conclusión de que en realidad especificar un límite como tal quizá sea inútil, como cuentan aquí. Sin embargo, algunas redes humanas habilitadas por las TIC se han modelado exitosamente a partir de Dunbar, como se muestra en este artículo.
De hecho, a pesar de estas matizaciones e intentos por mejorar la clásica aproximación de Metcalfe, parece seguir siendo muy válida en redes sociales como Tencent o Facebook. Junto a estas redes, otras destacan en su relevancia económica como las que ha facilitado la tecnología de blockchain, que al fin y al cabo es una tecnología sostenida por una estructura en red de ordenadores interconectados y cuyos registros garantizan la fiabilidad del sistema, para la aparición de criptomonedas como Bitcoin. A pesar del fenómeno especulativo que se cierne sobre las criptomonedas en general, el precio de Bitcoin en particular puede razonablemente predecirse a partir de la ley de Metcalfe. Esto permite la detección de episodios de manipulación del precio de mercado y descarta que el crecimiento se deba sólo a episodios de exuberancia irracional:
En definitiva, el efecto red genera sinergias que crecen geométricamente con el número de nodos conectados a esa red. Eso provoca que, por ejemplo, conforme la variedad y el tamaño de estas redes de información entre humanos crece, no se produzca sólo una acumulación del conocimiento sino una aceleración en la acumulación de conocimiento nuevo. La generación de valor económico en estos nuevos espacios entrelazados por las TIC se encuentra en las nuevas oportunidades de negocio que se abren, en mercados que potencialmente podrían estar casi completamente interconectados - full meshed. Bajo ciertas circunstancias, estas redes, además, resultan mucho más eficientes si sus nodos los ocupan máquinas en lugar de personas (IoT). Por otro lado, si siguen apareciendo nuevas propiedades emergentes en la complejo interconexión neuronal de la IA es, en buena medida, por este efecto red. ¿Será la consciencia una de ellas? Para otro día ese berenjenal.
Buenísimo, una vez más.