Excelente artículo, Javier. Me permito, como apunte extrainformativo, sugerir la lectura de la tetralogía de Alfred Döblin «Noviembre 1918», que transita por los años del fin de la guerra y la revolución de Weimar y que ofrece una mirada literaria sobre ese periodo del que hablas.
Desconocía estas novelas, pero no me extraña que el período diera para una tetralogía. Resulta, además, especialmente interesante, por todo lo que iba a venir después. Gracias por la aportación, Emi.
Has captado por completo mi atención y sinceramente asombrada con lo que cuentas. Algunas cartas como la tuyas las leo cuando sé que dispongo de tiempo y tranquilidad por todo lo que aportáis o procesar todo su contenido, no siempre es sencillo pero si gratificante e interesante. Gracias por aportar tanto en esta mente inquieta. 🙂🙃
Hace 2 horas·editado Hace 2 horasGustado por Javier Jurado
"Además, en un contexto global de desconfianza en las instituciones, discursos que señalan a un "enemigo interno" o "traidor" resurgen como fórmulas recicladas para ganar poder o influencia, reverberando en burbujas informativas que refuerzan creencias y actitudes. "
Hoy, en Occidente, el enemigo externo parecen ser los herejes (aquellos autócratas o no-liberales que son el jodido 80% de la población mundial), los no convertidos a la luz de las democracías-liberales que deben ser convertidos por el "telos" ontológico, cuyo mandato se realizará y debe ser obedecido. El núcleo judeocristiano de religión monoteísta, universal, excluidora y teleológica estaba presente en el marxismo, y también en el liberalismo universalista (me sorprende que una mente como la de Popper atinará con el primero y no viera el mismo fundamento en el segundo).
El enemigo interno, por supuesto, son aquellos críticos con el propio proceder de sus Estados, demonizados como avanzadillas de esas fuerzas oscuras externas por criticar la censura que decimos realizar en nombre del bien, bajo eufemismos bonitos. Dices bien: la repetición "ad nauseam" (como decía el bueno de Viktor Klemperer en su análisis de la propaganda nazi) arrasa con todo.
Por supuesto, y como no, el propio enemigo es el pueblo, siempre ignorante y desconocedor de sus intereses, que se deja llevar por voces populistas que hablan de sus intereses y vota a la extrema derecha (cajón de sastre para todo, ¿Putin y Milei? ¿Meloni y Vucic? ¿WTF?); rechazando otros populistas que apelan a intereses que sí son los correctos, pero no según el pueblo, sino según ciertos voceros. Es decir: hay que conducir al pueblo por aquellos a quienes la verdad ha sido revelada.
La propaganda no va a desaparecer por cuestiones tecnológicas, por lo tanto, hay que saber detectar la propia (que siempre está presente). Si alguien que consuma información general (noticias, periódicos, incluso series, revistas o películas de actualidad) no es capaz de reconocer la propaganda, o por lo menos no asume que está siendo torpedeado con propaganda sabiéndose adoctrinado; eso significa el triunfo de la propaganda, su éxito. La propaganda que sabemos señalar siempre es la ajena, pero a la que estamos expuestos y somos incapaces de ver es la propia.
Saludos,
PD: El mensaje está estereotipado adrede con ciertos tópicos que suelen orbitar alrededor de estos temas. No va dirigido a ti ni tus posiciones en concreto, sino al conjunto de ideas y discursos alrededor de este asunto.
Excelente artículo, Javier. Me permito, como apunte extrainformativo, sugerir la lectura de la tetralogía de Alfred Döblin «Noviembre 1918», que transita por los años del fin de la guerra y la revolución de Weimar y que ofrece una mirada literaria sobre ese periodo del que hablas.
Desconocía estas novelas, pero no me extraña que el período diera para una tetralogía. Resulta, además, especialmente interesante, por todo lo que iba a venir después. Gracias por la aportación, Emi.
Impresionante documento, desconocía por completo esta historia.
Muchas gracias, Alma. El mito en sí un tema que yo tampoco conocía hasta hace poco y que me llamó mucho la atención.
Has captado por completo mi atención y sinceramente asombrada con lo que cuentas. Algunas cartas como la tuyas las leo cuando sé que dispongo de tiempo y tranquilidad por todo lo que aportáis o procesar todo su contenido, no siempre es sencillo pero si gratificante e interesante. Gracias por aportar tanto en esta mente inquieta. 🙂🙃
"Además, en un contexto global de desconfianza en las instituciones, discursos que señalan a un "enemigo interno" o "traidor" resurgen como fórmulas recicladas para ganar poder o influencia, reverberando en burbujas informativas que refuerzan creencias y actitudes. "
Hoy, en Occidente, el enemigo externo parecen ser los herejes (aquellos autócratas o no-liberales que son el jodido 80% de la población mundial), los no convertidos a la luz de las democracías-liberales que deben ser convertidos por el "telos" ontológico, cuyo mandato se realizará y debe ser obedecido. El núcleo judeocristiano de religión monoteísta, universal, excluidora y teleológica estaba presente en el marxismo, y también en el liberalismo universalista (me sorprende que una mente como la de Popper atinará con el primero y no viera el mismo fundamento en el segundo).
El enemigo interno, por supuesto, son aquellos críticos con el propio proceder de sus Estados, demonizados como avanzadillas de esas fuerzas oscuras externas por criticar la censura que decimos realizar en nombre del bien, bajo eufemismos bonitos. Dices bien: la repetición "ad nauseam" (como decía el bueno de Viktor Klemperer en su análisis de la propaganda nazi) arrasa con todo.
Por supuesto, y como no, el propio enemigo es el pueblo, siempre ignorante y desconocedor de sus intereses, que se deja llevar por voces populistas que hablan de sus intereses y vota a la extrema derecha (cajón de sastre para todo, ¿Putin y Milei? ¿Meloni y Vucic? ¿WTF?); rechazando otros populistas que apelan a intereses que sí son los correctos, pero no según el pueblo, sino según ciertos voceros. Es decir: hay que conducir al pueblo por aquellos a quienes la verdad ha sido revelada.
La propaganda no va a desaparecer por cuestiones tecnológicas, por lo tanto, hay que saber detectar la propia (que siempre está presente). Si alguien que consuma información general (noticias, periódicos, incluso series, revistas o películas de actualidad) no es capaz de reconocer la propaganda, o por lo menos no asume que está siendo torpedeado con propaganda sabiéndose adoctrinado; eso significa el triunfo de la propaganda, su éxito. La propaganda que sabemos señalar siempre es la ajena, pero a la que estamos expuestos y somos incapaces de ver es la propia.
Saludos,
PD: El mensaje está estereotipado adrede con ciertos tópicos que suelen orbitar alrededor de estos temas. No va dirigido a ti ni tus posiciones en concreto, sino al conjunto de ideas y discursos alrededor de este asunto.
Comparto contigo que somos razonablemente buenos en detectar la propaganda ajena, pero no la propia. Y hay relatos por todas partes.