Muy interesante mezcla de pasado, presente y futuro. Confío en la antifragilidad y la capacidad de adaptarnos a lo imprevisto. Supongo que es esa capacidad la que nos hace "inteligentes", saber adaptarnos a las circunstancias.
El artículo da en el clavo: ¿seremos siempre capaces de hacer caso a las recomendaciones de la máquina? Ya hubo experimentos con roboadvisors cuyos consejos contraintuitivos no eran seguidos por los humanos. Y es que la lógica que ven las entidades sintéticas no tiene por qué coincidir con las mortales.
El tema de la supervisión humana sobre la IA es muy interesante. Se ha comprobado curiosamente que existe un sesgo que nos hace dar por válidos los resultados de la IA que en otros casos no avalaríamos en humanos. Estadísticamente es más fácil acertar dándole la razón que llevándole la contraria y nos relajamos. Pero como la decisión última es humana, la responsabilidad siempre es nuestra. Así que el tema es capcioso. Gracias por el comentario.
Muy de acuerdo con tus argumentos equilibrados y racionales. Hoy día, cuando leo o escucho algo sobre IA, sobre todo a las empresas que ganan con ello, me recuerdan cada vez más a los telepredicadores. Nos venden milagros, grandes catástrofes o enormes beneficios, todo basado en pseudo ciencia o ciencia mal explicada y hasta fe en la inteligencia superior de las máquinas. Espero que pronto llegue un nuevo invierno de la IA, como ocurrió en los 70, porque este tsunami IA es una pesadilla irracional lamentable.
Hay mucha inflación de expectativas, y algo de enfriamiento habrá, intuyo, aunque parece que la carrera sigue adelante. La realidad de los eventos singulares efectivamente es aprovechada como dices para sobrecalentar estas expectativas, sin ir más lejos, con la famosa "singularidad" de Kurzweil. Gracias por el comentario.
Si, Kurtzweil ya escribió su Biblia, predijo la fecha del Advenimiento y creó su Iglesia: la Universidad de la Singularidad. Creo que sus adeptos intentan expandir esta iglesia en Tel Aviv y en !Sevilla! Es penoso este panorama, incluso entre gente ilustrada.
Otro ejemplo actual lo encontramos en los modelos climáticos. Estos no son nada más que un moderno silogismo. En función de las premisas nos darán una conclusión verdadera, pero sólo a nivel formal y analítico.
A pesar de que los hechos no hablan por si mismos, estos siguen constituyendo el fundamento de todo razonamiento abductivo, el cuál debe partir de ellos, ensalzar el vuelo y volver a contrastarse con ellos. Siempre precario y falible, y por ello hermoso, cómo el obrar humano y del propio mundo. Si abandonamos los hechos y tratamos de adecuar la realidad a nuestros modelos estamos jodidos.
El problema de la inducción no radica tanto, a mi parecer, en sus límites, que también; sino más bien en la selección de datos. El ejemplo que pones del "fin de la historia" es un ejemplo perfecto, pues se basa en un esquema lineal de desarrollo histórico y progreso que ignora un montón de hechos que podrían refutarlo. En este caso es víctima de una selección sesgada y de unos postulados "a priori", ejemplo perfecto de la insuficiencia del positivismo y de precarios racionalismos.
La cuestión difícil es la siguiente: ¿cómo salirse de los postulados implícitos en un contexto, puesto que no podemos pensar más allá de los materiales ya dados con los cuales construimos nuestras teorías? Quizás, podemos ejercer un prejuicio lícito que parta de la desconfianza hacía toda afirmación absoluta y que nos lleve siempre a mirar en los recovecos y examinar los propios postulados.
Gracias por tu comentario. Me has recordado dos cosas:
1. Que en teoría, la teoría y la práctica coinciden. En la práctica, no :). Es decir, que como bien dices, los hechos son los que corrigen nuestras teorías y le otorgan su verosimilitud (validez provisional).
2. Y eso de que no podemos salirnos de los postulados implícitos en un contexto conecta con la carga teórica de Hanson, es decir, a la idea de que no hay concepto libre de prejuicio y suposición, que cualquiera va "cargado de teoría". Porque los materiales con los que construimos nuestras teorías no son los hechos, sino los conceptos con los que interpretamos estos hechos.
Muy interesante mezcla de pasado, presente y futuro. Confío en la antifragilidad y la capacidad de adaptarnos a lo imprevisto. Supongo que es esa capacidad la que nos hace "inteligentes", saber adaptarnos a las circunstancias.
El artículo da en el clavo: ¿seremos siempre capaces de hacer caso a las recomendaciones de la máquina? Ya hubo experimentos con roboadvisors cuyos consejos contraintuitivos no eran seguidos por los humanos. Y es que la lógica que ven las entidades sintéticas no tiene por qué coincidir con las mortales.
El tema de la supervisión humana sobre la IA es muy interesante. Se ha comprobado curiosamente que existe un sesgo que nos hace dar por válidos los resultados de la IA que en otros casos no avalaríamos en humanos. Estadísticamente es más fácil acertar dándole la razón que llevándole la contraria y nos relajamos. Pero como la decisión última es humana, la responsabilidad siempre es nuestra. Así que el tema es capcioso. Gracias por el comentario.
Muy de acuerdo con tus argumentos equilibrados y racionales. Hoy día, cuando leo o escucho algo sobre IA, sobre todo a las empresas que ganan con ello, me recuerdan cada vez más a los telepredicadores. Nos venden milagros, grandes catástrofes o enormes beneficios, todo basado en pseudo ciencia o ciencia mal explicada y hasta fe en la inteligencia superior de las máquinas. Espero que pronto llegue un nuevo invierno de la IA, como ocurrió en los 70, porque este tsunami IA es una pesadilla irracional lamentable.
Hay mucha inflación de expectativas, y algo de enfriamiento habrá, intuyo, aunque parece que la carrera sigue adelante. La realidad de los eventos singulares efectivamente es aprovechada como dices para sobrecalentar estas expectativas, sin ir más lejos, con la famosa "singularidad" de Kurzweil. Gracias por el comentario.
Si, Kurtzweil ya escribió su Biblia, predijo la fecha del Advenimiento y creó su Iglesia: la Universidad de la Singularidad. Creo que sus adeptos intentan expandir esta iglesia en Tel Aviv y en !Sevilla! Es penoso este panorama, incluso entre gente ilustrada.
Otro ejemplo actual lo encontramos en los modelos climáticos. Estos no son nada más que un moderno silogismo. En función de las premisas nos darán una conclusión verdadera, pero sólo a nivel formal y analítico.
A pesar de que los hechos no hablan por si mismos, estos siguen constituyendo el fundamento de todo razonamiento abductivo, el cuál debe partir de ellos, ensalzar el vuelo y volver a contrastarse con ellos. Siempre precario y falible, y por ello hermoso, cómo el obrar humano y del propio mundo. Si abandonamos los hechos y tratamos de adecuar la realidad a nuestros modelos estamos jodidos.
El problema de la inducción no radica tanto, a mi parecer, en sus límites, que también; sino más bien en la selección de datos. El ejemplo que pones del "fin de la historia" es un ejemplo perfecto, pues se basa en un esquema lineal de desarrollo histórico y progreso que ignora un montón de hechos que podrían refutarlo. En este caso es víctima de una selección sesgada y de unos postulados "a priori", ejemplo perfecto de la insuficiencia del positivismo y de precarios racionalismos.
La cuestión difícil es la siguiente: ¿cómo salirse de los postulados implícitos en un contexto, puesto que no podemos pensar más allá de los materiales ya dados con los cuales construimos nuestras teorías? Quizás, podemos ejercer un prejuicio lícito que parta de la desconfianza hacía toda afirmación absoluta y que nos lleve siempre a mirar en los recovecos y examinar los propios postulados.
Gracias por tu comentario. Me has recordado dos cosas:
1. Que en teoría, la teoría y la práctica coinciden. En la práctica, no :). Es decir, que como bien dices, los hechos son los que corrigen nuestras teorías y le otorgan su verosimilitud (validez provisional).
2. Y eso de que no podemos salirnos de los postulados implícitos en un contexto conecta con la carga teórica de Hanson, es decir, a la idea de que no hay concepto libre de prejuicio y suposición, que cualquiera va "cargado de teoría". Porque los materiales con los que construimos nuestras teorías no son los hechos, sino los conceptos con los que interpretamos estos hechos.