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feb 15Gustado por Javier Jurado

El problema de mas urgencia a nivel político lo tenemos, a mi parecer, con el concepto de "desinformación". Si entendemos por ella el dar una serie de datos que no sean reales por un interés político o privado, entonces resulta evidente que la desinformación es ejercida por los medios de información masivos, así también como por declaraciones de la clase política e instituciones de todo tipo. Como dices, la interpretación o narrativa de los datos no es información falsa, ni tampoco la maniquea clasificación con epítetos ad hominem bien efectivos como "negacionista".

Resulta curioso cómo se busca dar caza a la "desinformación" por organismos e instituciones que ellos mismos desinforman, si nos atenemos a la definición dada (e incluso desinforman más que medios "negacionistas", pues estos afirman enunciados particulares que son ciertos en su "particularidad" mientras que los primeros afirman enunciados universales que son falsos en muchas ocasiones). Resulta difícil no ver esto como un adueñamiento de la "verdad", de lo qué es válido y no, como muestran los intentos de reglar (es decir, censurar) mediante ley y penas medios de difusión alternativos (por no hablar de la "censura blanda" en cuanto a visibilidad, facilidad de acceso y demás...) en nombre de ciertos preceptos morales y de "proteger al consumidor".

La única solución que veo a título individual es atenderse a una disciplina epistémica y ética para diferenciar los hechos (o datos) particulares de los hechos (o datos) universales, pues por mero "modus tollens", un dato particular refuta una proposición universal.

Por ejemplo:

- Si las vacunas del Covid tienen un sólo caso de muerte causado por ellas, el qué desinforma es el que afirma universalmente que estas no lo tienen (como el que, claro está, afirma que matan a todo Cristo).

- Si el exceso de mortalidad registrado en determinados grupos de edad en distintos países correlacionado con la vacunación es superior a las muertes registradas de ese mismo grupo de edad, afirmar esto no es "desinformar", sino informar de unos hechos que deben analizarse.

- Si los huties dejan pasar un buque de determinado país, entonces no bloquean el transporte marítimo global, sino sólo a determinados buques.

Creo vital aplicar está distinción epistémica para poder diferenciar qué es un hecho y qué no lo es, qué es verdad y qué no lo es. De este modo, podemos defender la publicación de cualquier hecho y exigir verdad en los hechos; y diferenciarlos de las opiniones que, a mí entender, pueden ser expresadas libremente siempre y cuando no atenten a la violencia de forma evidente y obvia contra alguien.

A título social, la única opción viable es la defensa de la libertad de expresión; el rechazo frontal de toda censura, puesto que otorgar a determinadas instituciones con intereses la potestad de prohibir (aun si efectivamente se ha desinformado) nos puede llevar a problemas futuros; y la pluralidad de fuentes de información que puedan contradecir con hechos y argumentación.

La "paradoja de la tolerancia" viene a decir que debemos censurar al que proclama una intención de censurar para evitar que, si su poder crece, este prohíba la libertad de expresión. No proclama censurar al que dice cosas que no nos gustan. Visto lo visto, cabe preguntarse a quién deberíamos censurar; y según tal "paradoja", deberíamos censurar a los censores oficiales que defienden una censura de aquellos que no muestran intención de censurar, pues esto llevará a la prohibición de la libertad de expresión en un futuro.

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Gracias por tu dilatado comentario, Calda.

Veo adónde apunta tu reflexión y en buena medida la comparto. Pero creo que no se debe dar un protagonismo excesivo a lo que no lo tiene. Si, supongamos, la excepción es la muerte por vacunación del COVID o lo es el barco al que dejan pasar los hutíes, afirmar que la vacunación mata o los hutíes no están bloqueando el transporte marítimo en su región es, en mi opinión, desinformar. Comunicar la interpretación propia a tenor de los hechos no lo es si se es transparente. Porque en la comunicación hay siempre una intencionalidad subyacente. Evidentemente hay excepciones, riesgos e incertidumbres. Pero con la comunicación pública está en juego la percepción colectiva. Y no podemos ignorar el impacto que causamos con ella. La precisión es importante, pero sin perder de vista la intencionalidad que la emplea. Somos epistémicamente codependientes, y debemos un mínimo respeto por mero instinto de supervivencia a las instituciones que nos hemos dado. No todo vale en el delicado equilibrio de ejercer nuestro pensamiento crítico (por si no lo has visto, aquí hablo de esto https://jajugon.substack.com/p/el-delicado-equilibrio-del-pensamiento).

Dicho esto, muchas gracias por darte una vuelta por aquí y compartir tu reflexión.

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feb 15Gustado por Javier Jurado

En el caso de los huties, deberíamos explicitar que bloquean el transporte marítimo de buques de x nacionalidad por determinadas razones y no así los de y nacionalidades por determinadas razones.

Y en el de la vacuna, decir que es un riesgo para la población sana y joven no vacunarse sabiendo de la ínfima incidencia de la enfermedad en tales edades y los riesgos también me parece también desinformar. Por no hablar de las "desinformadoras teorías de la conspiración" sobre las investigaciones en ganancia de función como origen del COVID y "la defensa de la verdad ante tales negacionistas"

Otro ejemplo interesante lo tenemos en la comparativa entre la guerra de Ucrania y en la de Israel a nivel mediático. En la primera, la desinformación ha sido abrumadora precisamente porqué una única "fuente de información" (permíteme la simplificación maniquea para referir la explicación manistream occidental) dictaminaba qué era un hecho, qué no (referente a las causas de la guerra, la evolución de la propia guerra o el efecto de las sanciones, por poner ejemplos) y controlaba la información; mientras que en la segunda, una mayor pluralidad de "fuentes de información", junto a un mayor conocimiento del tópico y su historia de la población, han dado lugar a una visión más objetiva, y más ligada a los hechos que han ocurrido.

Precisamente, con estos ejemplos quiero mostrar que ciertas cosas que son idénticas o equiparables son tildadas cómo legítimas o ilegítimas según los "ojos que miren", por esa intencionalidad y la codependencia epistémica que mentas (y por que saben la ley del Brandolini, del onanismo Dunning-Kruger y que nos importa más el reconocimiento ajeno o el conformarnos al grupo; estoy de acuerdo en esto). Eso es la clave del asunto, y creo que se observa hoy día en nuestros medios de comunicación principales e incluso en nuestras instituciones una falta de objetividad y profesionalidad abrumadora debidas a intereses de diversa índole. Hay un afán por el dominio mediático y el control de la comunicación pública que se ha de justificar, precisamente por la búsqueda de la percepción colectiva que mentas. El "cuarto poder", diría yo, se ha pervertido.

Por ello, la crítica de la parcialidad por medios e instituciones tremendamente parciales es peligrosa y la manipulación (consciente y mayoritariamente inconsciente por múltiples razones) de "los nuestros" nos la tragamos. Creo que el quid de la cuestión es este. Somos conscientes de la manipulación de determinados actores, pero no así de otros. Vemos desinformación en el ojo ajeno, pero no en el propio.

O, como decía el poeta:

"La mente del que se abre al resto siempre engloba más,

en cambio, las ideas endógamas son estériles."

Un gusto la charla, sin tu artículo no mi comentario.

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